Call me a rebel...

Es complicado, pero en ocasiones la mejor manera de transmitir es no diciendo nada… Es tan fácil como usar un lenguaje barroco, cargado de figuras literarias y con un dominio de la soberbia imparable, mayor aún que el que posee el sujeto en cuestión sobre la palabra en sí. Claramente, es la mejor manera que existe en el planeta de conquistar corazones y de convertir a la población en masas homogéneas que sigan el carisma de un pensador común, de una idea común, de una etiqueta en común.
Tenemos soberbia cada vez que acudimos a que nos enseñen, tenemos soberbia cada vez que enchufamos la caja tonta, tenemos soberbia incluso cada vez que hablamos en nuestro círculo de amistades… Siempre hay opiniones que se tratan de imponer sobre las demás… somos de la escuela del aprendizaje del ‘buen camino’, ese aprendizaje en el que te dan infinidad de caminos para elegir pero sólo te enseñan uno, atacando con un armamento léxico al resto de ellos.
Estoy harto de que me enseñen, estoy harto de que la libertad de expresión se traduzca en que escriba lo que quieren leer y que diga lo que quieren oír… es inadmisible que existan manos negras que nos impidan decidir a nosotros mismos qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. Porque no somos niños.
En definitiva, soberbia se apodera del mundo, y el mundo está de brazos cruzados… a mi me pueden decir misa, que yo seguiré mandando a lugares obscenos a todo aquel que se apodere de mi pensamiento…