Comin' in hot

Voy a empezar a lloriquear, que sé que os encanta...

domingo, 26 de junio de 2011

Un gran día.

Tras un grito sonoro maldiciendo al despertador de cada mañana, se levantó: no había tiempo que perder. Acercó su rostro desaliñado a su doble hospedado en el espejo y se lamentó una vez más de lo mal que le sentaba la barba de tres días y cuatro noches. Cazó al vuelo una de las pestañas que le caían de las cavidades oculares y desperdició un minuto de su tiempo en disfrutar del pequeño placer que le creaba el cosquilleo de la pestaña al frotarla entre sus dedos. Esbozó una sonrisa momentánea seguida de un “qué idiota eres” y decidió pedir un deseo, a pesar de que todo ese rollo de la superstición se la traía floja. “Que salga un buen día” pensó, y salió a la calle como todas las mañanas.

Sabía bien lo que le tocaba hacer. La precisión y la sangre fría se antojaban ingredientes imprescindibles para la ejecución de su tarea. ¿La víctima? Uno de esos politicuchos que caminan con aires de superioridad y que poseen coches de alta gama conducidos por esclavos mileuristas llamados chófers.

Los altos mandos habían hablado. Tenía que ser algo rápido, doloroso, que reivindicara una vez más los ideales de su banda. La serpiente tenía que aparecer en el cielo de Madrid como si del símbolo empleado para llamar al famoso superhéroe murciélago se tratara.

Un disparo en la cabeza. Gritos. Sangre. Insultos varios… todo estaba dentro del plan. Las pupilas se le dilataban solo de pensar en lo que iba a ocurrir. Era algo grande, algo que pasaría a la historia. Las futuras generaciones hablarían del principio de una nueva era marcada por la independencia de unos colores, marcada por la unidad separatista de un trozo de tierra.

Repasó una vez más el plan que había establecido cautelosamente. El diputado realizaba todos los días el mismo recorrido: de casa al ayuntamiento, del ayuntamiento a la heladería, de la heladería a recoger a sus hijos, y de ahí a su casa de nuevo. Ese era el momento perfecto. Todos sabían que el diputado se negaba a acudir con guardaespaldas a recoger a sus hijos; no era su estilo. Tampoco era el estilo de Gabi, eso de matar con niños delante no molaba, pero no era él quien mandaba.

Siguió durante horas el recorrido del diputado y llegó el momento esperado. El diputado salía de la puerta de la guardería con un hijo a cada mano cuando se acercó Gabi. Sin mediar palabra sacó su pequeña Desert y apretó el gatillo ante el gesto de horror que portaban los caminantes.

Pero nada salió como se esperaba. En lugar de disparar una bala, del cañón del arma amaneció una pequeña bandera en la que se podía leer “un buen día”. Siguió disparando, pero no hubo respuesta. Todo se había jodido. Ya no podía hacer nada. Miró hacia ambos lados y trató de huir, pero era imposible. Lo había hecho a cara descubierta. Quería ser recordado.

A los cinco minutos se plantó ahí toda la pasma. La impotencia le había llevado a arrodillarse delante del diputado sin mediar palabra; su derrota era todo un hecho. Los agentes le esposaron y formularon las frases tópico que se enuncian en estos casos. Para su sorpresa, uno de ellos le dijo algo que jamás olvidará: Ha sido un gran día, ¿verdad?

Y entonces recordó su pestaña, su maldita conjura anti supersticiosa y la forma en la que había pedido ese deseo. Claro que fue un gran día, fue un gran día, pero no precisamente para él…

jueves, 23 de junio de 2011

Superestrella.


Era un genio con la guitarra, todo el mundo lo sabía. Su capacidad para encajar acordes inverosímiles con la vibración de sus cuerdas convertía cada actuación en una experiencia de entraña a entraña. “Cómo toca el cabrón” solían decir cada vez que deleitaba al espectador con sus piezas musicales. Incluso llegó a provocar varios desmayos, además de algún que otro infarto… sí, como lo oyen, infarto. Lo que salía por sus manos a simple oído era música, pero en el fondo ese aura de genialidad no era más que una tapadera. Una tapadera que contenía en su interior una embriagadora  magia negra que impedía al seguidor apartar la mirada de la figura del mito.


Su música creaba una atracción tan arraigada que la delgada línea que separa el amor de la obsesión se cortaba con una motosierra si era necesario… era imposible pronunciar la palabra intimidad, y mucho más difícil era gozar de ella.
Agolpaba a sus fans en la puerta del camerino, en las puertas de los hoteles a los que iba. No servían de nada sus mil identidades, ni los cientos de pseudónimos que empleaba, ni las vallas eléctricas… era un sin vivir, una pasión enfermiza, el retrato de una obsesión.

Pero él sabía vivir con ello, es más, le encantaba vivir con ello. Sabía de su capacidad para transmitir mediante notas la solución a todos los problemas de sus fans. Sabía que cada vez que bajase de un escenario iba a tener a cientos de damas deseando llevar al extremo más obsceno posible a la palabra sexo. Era un amo, un semidios traído a la tierra para alegrarle la vida a esos patéticos seres inferiores. Pero eso no le bastaba.

Y como buena estrella que era, la fama le cegó. Mentira. No fue la fama. Fue el Speed. Fue la Coca. Fue la Weed, el jachís, el crack, y un largo etcétera de siglas que tienen como significado la muerte.

Ya no era aquel genio que cautivó a las masas. Ya no era aquella estrella que no requería de foco pues su propia guitarra ejercía de luz. Se apagó su luz, y con ella su magia. Dejó de hacer buena música. Las notas que enlazaba no eran más que acordes del montón que lo único que lograban era provocar el reproche contínuo de sus vecinos.

Y así se quedó. Poeta moribundo de frases célebres y composiciones firmes, autor de estas líneas cuyo nombre plasman la amargura de los años y el dolor de una década. Fiera de papel ardiendo por decisiones incorrectas. Conflicto inconcluso ansioso de resolución.

viernes, 17 de junio de 2011

lunes, 13 de junio de 2011

Dame una birra

Y ya solo queda uno. Finde = Asesinato parcial de experiencias previas y recopilación total de experiencias efímeras. Cuidado con los litros....

martes, 7 de junio de 2011

Weeks

Just want.
Tirarme en la cama, cerrar los ojos, poner música y pasar 15 horas sin mover un dedo, eso es lo que quiero.
#unasemana solo una jodida semana más.